martes, 12 de junio de 2012

Casa del Planetario: Venus


El medallón central del mosaico pertenece a la Diosa Venus y equivale al Viernes

La Venus romana tuvo que mirarse en la Afrodita de los griegos. Antes había sido Feronia y Flora en sus manifestaciones itálicas como diosa de la naturaleza. Pero la fuerza de Venus era imparable. A la nueva diosa, que absorbió las funciones de las anteriores, se le asignaron los atributos de madre de toda fecundidad y fuente de toda belleza. Se multiplicaron sus templos y sus fiestas, se le consagró el mes de abril, se ensalzó tanto su virginidad (su condición de doncella) como su maternidad (Venus Mater se la llamó o Venus Genitrix, y Venus Felix, y Venus Vicrix). Todas las virtudes y todas las bendiciones tuvieron su asiento y su culto en Venus. Los mitos la hacen nacer como hija de Júpiter y Dione, esposa de Vulcano y amante de Marte. Todo el cielo gira a su alrededor. 
Pero antes la habían hecho nacer del Cielo y del Día, criatura cosmogónica que vuelve a aparecer naciendo de la espuma del mar, vestida de espléndida cabellera que adorna su desnudez. Es el principio de la fecundidad y de la generación universal, es el planeta Venus y es la luna al mismo tiempo, que preside y promueve desde el cielo toda fecundidad. Pero el pueblo no se conformó con una diosa ten celeste y lejana. La prefería más cerca, más parecida a lo mejor de sí mismo, a sus anhelos, a sus ideales, a su deseo. Así se transformó Venus en la diosa de la gracia y de la belleza, en la belleza misma.

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